martes, 18 de noviembre de 2014

Saltos en atletismo.

¡Hola de nuevo!
El curso va avanzando y nosotros con él. Dejada atrás ya la parte de carreras de atletismo, nos adentramos en una nueva parte de este deporte: la parte de saltos.
Dentro de los saltos encontramos dos tipos: saltos verticales y horizontales. Todos ellos tienen aspectos en común y otros más específicos. Veámoslos más detalladamente.

Saltos horizontales.
Son saltos de componente mayormente horizontal, aunque también presentan cierta elevación como es obvio. Los saltos atléticos englobados en este tipo son el Salto de Longitud y el Triple Salto.
El Salto de Longitud es el salto más natural de todos. Consiste en efectuar una fuerte batida en una zona concreta tras realizar una carrera de impulso (debidamente talonada en función del atleta) y saltar hacia adelante intentando llegar lo más lejos posible. Existen diferentes técnicas que veremos posteriormente.
El Triple Salto consiste en una sucesión de hasta tres batidas tras la realización de una carrera previa (como en longitud) pero con una peculiaridad. Los dos primeros apoyos han de hacerse con el mismo pie (un salto a la pata coja) y el tercero y definitivo, con el otro.
Se deben buscar saltos equilibrados, de similar longitud y realizados a gran velocidad, de forma que se pierda la menor velocidad posible en el último. Al igual que en longitud existen diferentes técnicas que determinan la longitud de cada uno de los saltos.

Saltos verticales.
Son saltos de componente mayormente vertical, efectuados también tras una carrera previa y en el caso del salto con pértiga, con la ayuda de ese artefacto. Otro aspecto común es que la fase de vuelo viene precedida de una batida pero ahora el atleta ha de buscar irse hacia arriba, en vez de hacia adelante.
Uno de estos saltos es el salto con pértiga, que se realiza con la ayuda de este objeto con forma de palo hecho de un material flexible pero muy resistente (normalmente de fibra de vidrio). La carrera previa al salto ha de desarrollarse como en cualquier otro salto, a la máxima velocidad controlable pero portando la pértiga, lo cual no es cómodo y su cimbreo puede desestabilizar al atleta. Para evitar estos desequilibrios, el saltador ha de llevarla mirando la punta hacia adelante y arriba de una forma muy concreta y con los brazos rígidos pero sin excesiva tensión. Al acercarse al final del pasillo por donde efectúa la carrera, irá dejando caer la punta de la pértiga hasta dejarla arrastrar por el suelo buscando un zócalo llamado cajetín, donde hará chocar la punta de la pértiga para hacerla doblar y ejercer una fuerza que acompañada de la que ejerce el atleta de por sí al batir con el pie, lo lleve a impulsarse en dirección vertical hasta una altura que puede alcanzar los 5 metros, una altura totalmente imposible de conseguir por el ser humano sin ayuda.
Finalmente, cierro esta entrada con el otro salto vertical, el de altura. Esta modalidad tiene una peculiaridad importante: es el único salto cuya carrera tiene dos fases, lisa y curva.
La primera parte de la carrera es lisa y se trata de una carrera en aceleración. Al llegar a un punto concreto, ya cerca del saltómetro, esta carrera pasa a una fase curva en la que el atleta inclina su tronco hacia el interior de la curva que él mismo describe para al final, cuando se encuentre a un metro aproximadamente de la colchoneta en la que deberá caer, enderece el cuerpo y se impulse (batiendo con la pierna más alejada a la colchoneta) arriba, acompañando el gesto con una elevación enérgica de los brazos.
Como en pértiga, lo que marca los registros de los saltadores es un saltómetro formado por dos barras verticales con una cinta métrica en las que se coloca sobre unos soportes un listón que el atleta deberá no derribar para poder realizar un salto válido.
Evidentemente, los saltos tienen una complejidad técnica mayor de la que se habla en esta entrada y que iremos viendo en entradas próximas con mayor detalle a medida que vayamos sabiendo más sobre ellos.

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