¡Hola a todos!. Hoy voy a hablar de un tema muy redundante pero siempre interesante: las fases del aprendizaje.
Durante el curso hemos visto un mogollón de veces que todo aprendizaje pasa por muchas fases. Que se deben seguir unas pautas concretas para que ese aprendizaje sea efectivo; que se debe empezar desde un punto de partida más simple hacia puntos más complejos, etc... pues ahora ha llegado el momento de plasmarlo en este blog.
Todo aprendizaje consta de varias fases (a partir de ahora subfases) que se van agrupando hasta formar tres fases generales: iniciación, perfeccionamiento y entrenamiento.
Fase de Iniciación.
Es la fase como su nombre indica, de iniciación en una especialidad. Vamos a poner como ejemplo la natación, porque es el que hemos visto en clase y bajo mi punto de vista, el más adecuado para explicar esta idea por lo completa que es esa actividad a nivel educativo.
En esta fase, crucial en toda actividad, debemos empezar por romper las siempre incómodas barreras psicológicas especialmente cuando tratamos con niños pequeños. La primera en estos casos es romper ese ambiente exclusivamente familiar que envuelve al niño en sus primeros años de vida, es decir, enseñarle a ser un ser social y mostrarle que existe más mundo que su ámbito familiar. La segunda barrera (recordemos que estamos hablando de iniciación a la natación), es la más evidente: hacerle perder el miedo al agua a aquel que lo tenga... o lo contrario, hacerle respetar al agua a aquellos más intrépidos que ignoran los peligros de ésta si no se sabe nadar.
Para esto, existen diversos ejercicios de socialización y familiarización con el agua. Los primeros pasarían por realizar algún tipo de juego incluso antes de acceder a las piscinas, mismamente en los vestuarios (no se descarta la participación de los padres en las primeras sesiones). Los segundos, ya en la piscina, irían encaminados a hacerles perder el miedo al agua a aquellos más reticentes, sin descuidar a los más atrevidos. Podrían ser perfectamente juegos de familiarización con el agua (tirarse agua unos a otros, chapotear en la orilla de la piscina... etc); para ir pasando a juegos más complejos (avanzar unos metros agarrándose a las corcheras...). El siguiente paso sería comenzar a enseñarles aspectos un poco más técnicos, especialmente de flotación y respiración mediante ejercicios sencillos (batidos de piernas de crol agarrados al borde la piscina; sumergir la cabeza unos pocos segundos y sacarla fuera tratando de aguantar cada vez más tiempo... etc). De esta forma los acostumbraremos a perder posibles fobias al agua y a hacerles entender el agua como un medio cada vez menos hostil. El siguiente paso será comenzar a enseñarles la técnica de los diferentes estilos, con ayuda de flotadores, manguitos u otros artilugios que favorezcan la flotación. Notaremos como al principio les cuesta captar la idea de lo que se les propone y la ejecución de las tareas es poco fluida y poco eficiente (gran gasto de energía para escaso rendimiento). No debe preocuparnos como técnicos ya que es lo normal. Otro aspecto a tener en cuenta es que cada alumno es un mundo y la rapidez con la que aprenden muy variada. A medida que vayan mejorando esos movimientos iremos añadiendo dificultades hasta que consigan realizar unos movimientos muy parecidos a lo que nosotros tenemos en mente. En ese momento podemos decir que han superado la fase de iniciación o lo que es lo mismo: ese alumno ha perdido el miedo al agua, y ha aprendido a flotar, respirar y desplazarse por el agua de una forma mínimamente correcta. Es decir: HA APRENDIDO A NADAR.
Fase de Perfeccionamiento.
Es la segunda fase del aprendizaje. Nuestro alumno aprendió a nadar, pero ahora tenemos que enseñarle a nadar bien, orientándolo en la natación hacia una práctica deportiva y no sólo como un ejercicio de supervivencia.
Para ello propondremos una serie de ejercicios en los que lo iniciaremos en la técnica, de una forma muy paulatina y en medios favorables (con ayudas de elementos flotadores o propulsores; ritmo bajo, distancias cortas... etc) y siempre incidiendo en aspectos concretos (mejorar movimiento de piernas, de brazos, más rolido en crol o espalda, tobillos tensos en braza... etc) sin caer en la precipitación de querer hacerle corregirlo todo a la vez. Notaremos como el alumno comienza a experimentar sensaciones (propiocepción) y es capaz de corregir él sólo algunas ejecuciones erróneas. La imagen mental de sí mismo comienza a hacerse más nítida y la corrección de errores ya no depende exclusivamente de las informaciones por parte del técnico, que no obstante seguirán siendo cruciales.
Cuando vemos que el alumno se desenvuelve con soltura, iremos intensificando los ejercicios, añadiendo dificultades de forma progresiva para lograr que el alumno se mueva correctamente en situaciones no sólo favorables, es decir, pasamos a la subfase de iniciación al esfuerzo, antesala de la tercera fase que veremos a continuación.
Fase de entrenamiento.
Es la tercera fase del aprendizaje motor en el que el objetivo principal ya es el rendimiento deportivo. El alumno ya ha mecanizado sus movimientos y ahora debe ser capaz de controlar esa mecanización tanto en situaciones favorables como en situaciones de fatiga tratando de conseguir que en este último caso la eficacia en la ejecución no se resienta, o lo haga muy poco.
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